domingo, 6 de abril de 2014

HORA DEL CUENTO


Hola a todos, ya estoy de vuelta, como todos sabéis mi blog se llama "LA CASA DE JENGIBRE" así que hoy os voy a contar el cuento de "El hombre de jengibre", muchos lo conoceréis ya que es bastante conocido. :)

La víspera de Navidad una anciana hizo galletas de jengibre. A algunas les dio forma de abeto, a otras de campana y a unas terceras forma de estrella. Hizo una última con forma de hombre: con unas pasas le hizo los ojos y los botones, y con un poco de azúcar le dibujó una sonrisa y una naricita, y lo puso en el horno.
Pasó un rato y oyó unos golpecitos en la puerta del horno. La abrió para ver que sucedía y de su interior saltó el hombrecillo de jengibre. La mujer intetó agarrar la galleta, pero se escabullo por la puerta que daba al jardín.
-¡Vuele de inmediato al horno, que serás de mi postre un buen adorno!
-gritó la anciana
-¡He escapado de una mujer y ahora soy libre! ¡Soy el hombre de jengibre!
-canturreó al escapar.
El marido de la anciana estaba en el jardín, cuidando las plantas, y vio que la galleta se escapaba, por lo que agarró el rastrillo e intentó cortarle el paso, pero e hombre de jengibre le saltó por el hombro, después hasta la coronilla, descendió por su espalda y corrió fuera del jardín.
-¡Vuelve a casa, no seas pillo, o te pegaré con el rastrillo! - le ordenó el anciano.
-¡He escapado de un hombre y ahora soy libre! ¡Soy el hombre de jengibre!- canturreó ufano al escapar hacia el prado que se abría ante el.
El hombre de jengibre paseó por el prado y se tumbó al lado de unas matas para descansar. Despertó al oír el tolón tolón de un cencerro, y vio el morro de una vaca que se lo quería zampar. Se puso de pie de un salto y corrió hacia el río que veía al final del prado.
-¡Ven aquí, vuelve al prado, quiero comerte de un bocado! -mugió la vaca.
-He escapado de una vaca y ahora soy libre! ¡Soy el hombre de jengibre!
-canturreó el hombre al llegar a la orilla del río.
Pero... ¿cómo cruzar hasta el otro lado? Por allí paseaba un zorro, y el hombre de jengibre le pidió que le llevase a la otra orilla montado en su lomo.
-En el lomo se mojará si el agua toca. Para cruzar el río es mejor ir en la boca -Sugirió el zorro. El hombre de jengibre saltó a la boca del zorro... y pronto se dio cuenta de que había caído en una trampa. El zorro cerró con fuerza las mandíbulas y lo engulló de un bocado.
-¡Del mordisco no hay quien me libre! ¡Es el fin del hombre de jengibre!




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